Estudio introductorio

El origen y características del expediente.

Durante el desarrollo de las tareas archivísticas relacionadas con el acervo personal de Martín Luis Guzmán que he llevado a cabo en el Archivo Histórico de la UNAM, el grupo de trabajo que colaboró en la identificación1 descubrió un expediente extraño con respecto al conjunto de la documentación, se trataba de un expediente oficial, no personal y no vinculados con las tareas que profesionalmente desarrollaba Guzmán; se trataba de un expediente judicial; más adelante, durante la etapa de la clasificación, corroboré que se trata de un “documento histórico” titulado proceso Criminal contra Francisco Y. Madero por el delito de conato de rebelión: es el original del proceso instruido contra Francisco I. Madero y Roque Estrada en el año de 1910 que permitió encarcelarlos durante el proceso electoral.

Ciertamente este expediente no está en el archivo del autor de las Muertes Históricas por casualidad: es la base de una de sus obras menos conocida y más interesantes, una selección y edición del proceso jurídico que apareció en 40 entregas en el periódico El Universal a lo largo del año de 1941. Además de los recortes periodísticos, se conserva una versión incompleta de los mecanuscritos de preparación de la obra, borradores y transcripciones para preparar las entregas y algunas fotografías.

De este modo, estamos al mismo tiempo frente a una obra inédita de Martín Luis Guzmán que ante el expediente original del juicio penal levantado contra de Madero en 1910.

El expediente contiene el proceso radicado en el Juzgado de Distrito de San Luis Potosí, que era la instancia en esa entidad federativa para entender los delitos del fuero federal. Se consignó ante el juez Lic. Tomás Ortiz, fungiendo como secretario del juzgado el Lic. Julio Betancourt y como agente del Ministerio Público el Lic. Ramón Alemán. Durante algunos momentos, por licencia del juez titular, ocupa su lugar Lic. Enrique Milán. La conclusión del proceso, luego del triunfo de 1911, quedó en manos del Lic. Ernesto Romero.

La acusación es contra el Lic. Roque Estrada por el delito de ultrajes al C. Presidente de la República, cargos que se le fincan en la ciudad de Monterrey y que luego son radicados en San Luis; en contra de Francisco I. Madero está los delitos de encubrimiento del delito de insultos a la autoridad, luego él mismo fue indiciado por delitos a la autoridad y cuando es trasladado a San Luis Potosí se le agrega el de conato de rebelión.

El expediente esta compuesto por once cuadernos, diez integrados en el Juzgado de San Luis Potosí y uno en Monterrey que luego es enviado junto con los reos y es integrado al expediente; cada uno esta formado por una serie de hojas que testimonian puntualmente los actos jurídicos del proceso; algunas hojas son pliegos y otros hojas sueltas; fueron cosidos entre las pastas de fólderes para dar forma de cuaderno. El número de hojas es variable, por lo que cada cuaderno tiene una extensión diferente; hay dos casos en que la foliación continua de un cuaderno a otro —I a III— que contiene el proceso seguido a Madero; y del cuaderno VI bis al VII, en que se sigue el caso contra Roque Estrada. En el resto de los cuadernos la numeración inicia y concluye en cada uno. Cada cuaderno responde a los lineamientos establecidos en el Código Federal de Procedimientos Penales.

En la siguiente tabla se puede tener una idea tanto de las dimensiones del expediente como de los contenidos y los folios que contiene:

Cuaderno Folios Contenido
1 1 a la 62 Proceso a Madero
2 63 a la 157 Proceso a Madero
3 158 a la 244 Proceso a Madero
4 1 a la 22 Exhortos para la aprehensión
5 1 a la 25 Incidente acumulación de proceso
6 No esta foliado Pruebas documentales
6 Bis 1 a la 44 Proceso a Estrada
7 45 a la 95 Proceso a Estrada
8 1 a la 71 Incidente de libertad provisional
9 1 a la 19 Incidente de libertad provisional
10 1 a la 7 Devolución de caución

Como todo expediente judicial, contiene piezas que dan cuenta del desarrollo, fases y procedimientos que integran un proceso jurídico, que se siguió bajo lo señalado por el Código Federal de Procedimientos Penales que había entrado en vigor el 5 de febrero de 1909. La documentación cuenta de manera cuidadosa y puntual del proceso, cumpliéndose todos los formalismos de ley, lo que incluye comunicaciones entre el juez, el secretario, el agente del ministerio público, los acusados, la defensa, otros juzgados y las diferentes autoridades involucradas; todo lo cual se manifiesta en testimoniales, declaraciones, autos, constes, decretos y recursos así como las pruebas.

Todas y cada una de las fojas que integran el expedientes están foliadas para dar secuencia e impedir inserciones o desapariciones de documentos; les fue asignado y anotado un número consecutivo, generalmente escrito en la esquina superior derecha del frente de la página a mano. Además existe una cantidad muy significativa de las hojas están canceladas, esto es, que las atraviesa una línea vertical por el frente, generalmente a la mitad de la página; y en la parte donde se une el reverso de una foja con el frente de otra, en la costura, normalmente a la mitad de la página, aparece un sello del juzgado que sirve para cancelar.

Solamente no esta foliados los documentos del cuaderno 6, las pruebas documentales presentadas por Madero y el agente del ministerio público —periódicos y un folleto— pero si están canceladas por el sello del juzgado. Las que se incorporaron en este cuaderno son:

  • una edición original de El Partido Nacional Anti-Reeleccionista y la próxima lucha electoral. Su Programa. Sus Trabajos, tendencias y aspiraciones, de Madero; edición de San Pedro, Coahuila, marzo de 1910;
  • un ejemplar de El Diario, periódico nacional independiente, del viernes 10 de junio de 1910;
  • un ejemplar de El Republicano, diario político de información y variedades, de Monterrey, del lunes 6 de junio de 1910;
  • un ejemplar de El País, diario católico, del domingo 3 de julio de 1910;
  • un ejemplar de El Constitucional de México, órgano oficial del centro anti-reeleccionista, del 5 de junio de 1910 y
  • un Alcance al Número 15 del Monitor Democrático. Documentos para la historia. Al Pueblo Mexicano. Carta abierta al presidente de la republica”.

Prácticamente la mitad de los documentos esta escrita a mano, por distintos secretarios y escribientes, así como una parte de la correspondencia enviada al Juez; otra parte fue escrita con máquina. El expediente cuenta con dos fotografías, que obedecen al requerimiento legal de contar con una imagen de filiación del acusado, aunque no necesariamente cumple con las normas establecidas al efecto; además en la carpeta 6 se localizan varios impresos:

Al parecer en el cuaderno 6 se perdieron los documentos que debieron hacer las veces de índice y, seguramente Martín Luis Guzmán que los conoció, los substituyó por hojas mecanografiadas hacia 1940 o 1941, probablemente las hojas que hoy tiene el expediente cubriendo esos huecos fueron elaboradas con vistas a los originales.

Asumo lo anterior porque las hojas mecanuscritas no corresponden con el resto de la documentación a juzgar por el tipo de papel —hoja calca—, el tipo de letra de máquina de escribir, el deterioro y a que no están cancelados ni sellados; por el contrario, coinciden con el tipo de papel y de máquina de escribir que utilizó Martín Luis Guzmán para preparar las entregas de su versión del Cómo se enjuició a Madero en 1910. Notas y aclaraciones de Martín Luis Guzmán.2

El expediente esta completo a juzgar por dos hechos:

  • La secuencia de hojas foliadas: no hay faltantes en la serie; aunque se agregaron algunos documentos —dos o tres hojas mecanuscritas que hacen las veces de índices del cuaderno de pruebas de cargo y descargo y una tarjeta—, de la época en que Martín Luis Guzmán trabajó el expediente;
  • Que el documento se inicia con la denuncia de hechos, el 5 de junio de 1910, y concluye con la devolución de la fianza que habían pagado cuando solicitaron su libertad caucional, el 8 de julio de 1911, una vez que los cargos habían sido sobreseídos; y se prolonga hasta diciembre de 1911 en que se concluye con la cancelación de las órdenes de aprehensión dictadas en contra de Madero y Estrada. No se observan saltos en el procedimiento ni faltantes en la numeración de las fojas.

Sin embargo hay faltantes, dos que haya podido identificar y ninguno propiamente procesal:

  • No hay mas que tres referencias, mínimas ellas, al juicio de amparo que tramitaron los acusados; la resolución del juez suplente de distrito no se insertó, como tampoco lo que ratificó el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;
  • Algunos de los exhortos que se mandaron a los distintos juzgados por las rutas marcadas al margen de los mismos iniciaron su viaje pero en el camino se perdieron: algunos corresponden a la notificación de la fuga de los reos y la petición para su aprehensión; otros tienen que ver con el aviso de que los cargos había sido sobreseídos y se solicitaba quedaran sin efectos las órdenes de aprehensión;

Según el Código Federal de Procedimientos Penales un proceso se dividía en dos partes, la instrucción que tenía como objeto “averiguar la existencia del delito y de-terminar en cualquier caso las personas que aparezcan responsables” y el juicio propiamente, “que tiene por objeto definir la responsabilidad del inculpado ó in-culpados, y aplicar la pena correspondiente” (Art. 85).

El juicio a Madero y Estrada cubre completa la fase de instrucción del proceso, desde la denuncia de hechos hasta completar la revocación del auto de libertad caucional, consecuencia de que los reos escapen, que da pie a que sean emitidas nuevas órdenes de aprehensión3—; no queda completamente claro si se iniciaron vistas del expediente a los acusados y al agente del ministerio público, que serían los primeros pasos para dar pie a la segunda fase del juicio; ciertamente en el momento en que Madero y Estrada escaparon se estaban desarrollando diligencias como ampliaciones de declaraciones y careos.

Con la huida, según muchos historiadores, inició propiamente una nueva etapa en la historia del siglo XX pues era el primer paso para el estallido de una Revolución que derrumbaría al régimen que había gobernado por más de 30 años al país. Lo significativo es el momento en que Madero y Estrada deciden salirse de los cauces de la ley.

Desde una perspectiva ciudadana, atenta al respeto del Estado de Derecho, este juicio lo mismo que el estudio del proceso electoral —no sólo los días en que se emitieron los votos— sería el punto de quiebre del siglo XX porque muestra cómo Madero y los demócratas de esa primera hora agotaron hasta el último resquicio de la lucha legal, democrática, dentro de los cauces de la ley, usando la ley como arma para enfrentar el uso faccioso que de la misma hacían los hombres del poder así como única defensa frente a la violación de las garantías individuales por diversas autoridades, con la connivencia del sistema, del régimen, de los tres poderes subordinados al dichos del presidente para imponerse por sobre los cauces democráticos.

Así, este juicio y el estallido de la Revolución tendrían una dimensión democrática.

Aun cuando cabe varias posibilidades en ese concepto, quizá la una herramienta útil sea la del Estado de Derecho, término de reciente adquisición en la mentalidad de la sociedad, aunque entre los teóricos los podamos rastrear desde décadas; ciertamente en México una de las formas para rastrearla es bajo el aserto del cumplimiento de la ley.

Se abren dos dimensiones, en ese sentido, a la idea del Estado de Derecho, por un lado el cumplimiento de las formalidades de ley, con las cuales en principio, podría decirse que el proceso que nos ocupa cumplió, y para ello es relevante la presencia del Código Federal de Procedimientos Penales. Una postura diferente alegaría que dar visos de legalidad no puede ser visto como dar cumplimiento del Estado de Derecho.

Su argumento se basaría en la idea de que la formalidad de la ley siendo significativa, no puede escapar al hecho de que debe darse cuenta del espíritu de la ley, que no puede aplicarse la ley por fuera del contexto de su tiempo y de su momento, de su circunstancia. En esa dimensión, el manejo de los tiempos políticos —que es decir el contexto de las elecciones de 1910— y la idea de que el principal candidato de oposición es encerrado tras las rejas mientras los comicios tienen lugar, es una interpretación poco aseada de la ley.

Estarían también hechos como la manera en que se aceptan pruebas y se desechan otras, así como la manera misma de elaborar las acusaciones y los procedimientos para las detenciones, hoy diríamos claramente violatorios de los derechos humanos. Estaría el tema de la violación de garantías individuales y la persecución que se endereza en contra de los abogados de Madero que, como Aguirre Benavides, ganan un asunto por el que había librado orden de aprehensión contra Madero en abril de 19104.

La proclama de Madero en su manifiesto y carta a Díaz luego de su detención con agudeza y claridad atiende el tema central del juicio: cómo se enturbian las condiciones para una elección democrática. Esa dimensión política está por estudiarse pues lo que Madero hace es someter a juicio a Díaz ante el supremo tribunal de la opinión pública y de la historia5.

La dimensión jurídica también está por estudiarse, en ese sentido y con la idea de apoyar el desarrollo de un trabajo de esa naturaleza, en esta edición del proceso judicial íntegro, agregamos algunos apéndices que permitan documentar, ubicar y entender la situación de la ley y de su ejercicio en el contexto de los comicios más importantes del siglo xx.

Porque ¿Debe el ciudadano mirar a la ley y a los jueces, a los ministerios públicos, en su acción cotidiana, en los casos que preocupan a la sociedad o al individuo?


1. Tarea para la cual obtuvimos financiamiento de la Fundación ADAI —del Programa Apoyo para el Desarrollo de Archivos Iberoamericanos— en el año de 2003, desarrollándose las labores de noviembre de ese año a mayo de 2004. Los coordinadores del proyecto fuimos los técnicos académicos José Roberto Gallegos Téllez Rojo y Luis Torres Monroy. El equipo de trabajo entonces estuvo compuesto por María Andrea Bustamante Fernández, Rodrigo González Rodríguez, Erika Ivette Gutiérrez Mosqueda, Karen Higuera Torres, Natalia Santos López y María del Carmen Sifuentes Rodríguez. Posteriormente continué solo las tareas de organización, descripción y estabilización.

2. Cómo se enjuició a Madero en 1910. Notas y aclaraciones de Martín Luis Guzmán, en El Universal, comenzó a editarse el 29 de enero de 1941 y concluyó el 13 de noviembre de ese año. Una colección completa en AHUANM, fondo Martín Luis Guzmán, sección producción intelectual, subsección manuscritos y ediciones en prensa, serie Cómo se juzgó a Madero en 1910, caja 107, Exp. 17.

3. El Código Federal de Procedimientos Penales que revisé proviene de la edición en disco compacto que incluye la legislación de Dublán y Lozano; utilicé también la edición del Código Federal de Procedimientos Penales que comienza a regir el 5 de febrero de 1909, Copia íntegra de la edición oficial, México, Herrero Hermanos, sucesores, 1909. Dublán y Lozano no informan de adiciones o rectificaciones al mismo entre la fecha de entrada en vigor y el momento del juicio. Vid., La legislación Mexicana de Manuel Dublán y José María Lozano, Mario A. Téllez y José López Fontes, comp., México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, El Colegio de México, Escuela Libre de Derecho, 2004.

4. Vale la pena recordar que Adrián Aguirre Benavides pasó 80 días en la cárcel por defender a Madero en un proceso que se le instruyo por fraude y en que el abogado y pariente demuestra la inocencia de Madero. Vid. Adrián Aguirre Benavides, Madero el inmaculado: Historia de la Revolución de 1910, México, Diana, 1962.

5. Sosa Álvarez, Ignacio, José Roberto Gallegos Téllez Rojo, El Juicio político en México, relación documental de la lucha ciudadana por justicia y democracia, México, Secretaría de Cultura del DDF, 2005.

Historia de un expediente

El expediente relativo al juicio a Madero permaneció desconocido por décadas; en diciembre de 1911, una vez cumplidas las últimas diligencias, debió haberse mandado archivar como causa cerrada que era; debió haber permanecido guardado en el archivo del juzgado de distrito de San Luis Potosí por años, y ahí se le pierde la pista hasta que —sabemos hoy— ingresó al archivo personal de Martín Luis Guzmán donde ha permanecido desde fines de los años treinta o principios de los cuarenta; y fuera de una edición fragmentaria que realizó ese autor, no ha sido consultado, parte porque no estuvo disponible, parte porque la bibliografía refleja poco interés por parte de los estudiosos.

En 1936 Martín Luis Guzmán regresó a México luego de distanciarse de Manuel Azaña. Radicando aquí estalla la Guerra Civil Española y parte a Francia para rescatar a su familia en uno de los barcos que lleva armas para la República; luego de encontrarse con su esposa, hijos y nuera, vuelven a su domicilio en la calle de Amberes # 43, Ciudad de México.

Luego de entrevistarse en El Mante con Cárdenas, obtuvo apoyo para redactar una Historia de la Revolución Mexicana. Dedicaría al proyecto esfuerzo y ahínco durante más de 20 años, y no logra concluirla aunque publicó Las Memorias de Pancho Villa, las Muertes Históricas y Cómo se enjuició a Madero en 1910. Invirtió generosamente en la transcripción de noticias de periódicos, de libros y documentos raros o de difícil acceso, incluso de archivos particulares que le prestaron; recortó prensa, envió correspondencia solicitando informaciones a muy distintos destinatarios y anunció la compra documentos y archivos.

En ese periodo (1936-1940) llegó a manos de Guzmán el expediente del juicio a Madero; no sabemos si hizo compra, fue regalo ó un préstamo que nunca devolvió. Es posible que el expediente hubiese estado en el mercado negro, en librerías de viejo por haber sido víctima de la rapiña de algún tinterillo de juzgado y Guzmán los hubiese rescatado. Pudo alguien habérselo regalado en agradecimiento por las páginas que publicaba1. Sabemos que entre el 30 de enero y el 13 de noviembre de 1941 apareció una selección de materiales del juicio en cuarenta entregas en El Universal, única vez que tengo registrada en que apareció publicado así fuese en parte, el proceso en todo el siglo xx2.

Nunca se preocupó por rescatar esa obra, ni cuando preparó sus obras completas, ni buscó editarla en forma de libro a pesar de ser dueño de tres empresas editoriales ni aun siendo parte del comité asesor del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana y amigo de Salvador Azuela.

Quizá nunca se sintió satisfecho por el resultado, no tuvo la aceptación que esperaba, pasó desapercibido para la prensa especializada o pareció inferior a Las Memorias de Pancho Villa. Pudo haber valorado, hombre cercano al poder, que una obra como la que había publicado podría ser incómoda para un régimen que recién en 1940 había sido cuestionado en su esencia democrática por un viejo revolucionario que se reclamaba maderista, Juan Andrew Almazán.

Los trabajos eruditos de Charles Cumberland, Stanley Ross o Valadés e incluso Taracena sobre Madero no se hacen prácticamente referencia al juicio. Sólo el volumen I de discursos de Madero que editó Clío se hace referencia a una de las entregas de periódico, mencionando la obra y no el compilador3. Referencia al autor y a la obra aparece en El Juicio Político en México4.

En pocas palabras, el original del expediente quedó sepultado en el archivo de Guzmán, la obra en las páginas de la hemeroteca olvidada por el propio Martín Luis por lo que la fuente estuvo perdida hasta que al realizar el procesamiento archivístico arriba mencionado.


1. Pienso en los cinco volúmenes de Las Memorias de Pancho Villa y las Muertes Históricas. Y en las cartas en que lectores le escriben los detalles que ellos recuerdan, le corrigen, le aplauden.

2. Martín Luis Guzmán, Cómo se enjuició a Madero en 1910…, Op. cit., Además de la colección de recortes, en su archivo personal están partes de las transcripciones y una parte de los borradores de las entregas así como algunos de los originales preparados por el autor. Las entregas fueron 30 de enero; 6, 13, 20 y 27 de febrero; 6, 13, 20, 27 de marzo; 3, 10, 17 y 24 de abril; 1, 8, 22 y 29 de mayo; 6, 12, 19 y 26 de junio; 3, 10 ,17, 24 y 31 de julio; 7, 18, 21 y 28 de agosto; 4, 12, 18 y 25 de septiembre; 9, 15, 23 y 30 de octubre, 6 y 13 de noviembre.

3. “Discurso pronunciado en Saltillo el 4 de junio de 1910 durante el tumulto que provocó la policía”, en Francisco I. Madero, Discursos I, 1909-1911, Adela Pinet, comp., México, Clío, 2000. Col. Obras Completas, de Francisco Ignacio Madero, Vol. Pp. 179-180.

4. Ignacio Sosa Álvarez y Gallegos Téllez Rojo, José Roberto, El Juicio Político en México. Relación documental de la lucha ciudadana por la justicia y la democracia, México, Secretaría de Cultura del DDF, 2005.

Apuntes en la historiografía

Permanecer desconocido el documento y no ser utilizada la selección que hizo Martín Luis Guzmán permiten plantear que el proceso judicial ha tenido muy poca relevancia en la construcción de la historiografía sobre la Revolución Mexicana y del siglo xx en México; aunado al escaso desarrollado de herramientas y enfoques para aproximarse a las dimensiones no judiciales de los procesos jurídicos que permitan entenderlos en una perspectiva más amplia, donde el juicio sea significativo para la construcción social y política o cultural, que dejen de ser referencia erudita, definen la situación del proceso a Madero como de inexistencia en la historiografía.

Hay referencias y menciones al juicio lo mismo que el proceso electoral y las elecciones de 1910 por parte de historiadores y escritores que han considerado ambos sucesos significativos pero la mayoría los han ignorado, y apenas si se hacen referencias testimoniales, particularmente en las historias generales.

Aguirre Benavides relata el caso jurídico de la acusación por el tema del guayule al documentar su relación con Madero y testimoniar cómo fue el abogado que llevó el caso, cómo lo ganó y cómo por ello estuvo 80 días en prisión1; Cráter revisó con cuidado el caso del juicio en San Luis, sin ser él mismo un testigo, recogiendo detalles e impresiones muy vívidas, seguramente de entrevistar a los involucrados en el caso, especialmente Madero2; Roque Estrada, también acusado junto con Madero, se detiene en particular sobre el problema en Saltillo y Monterrey, menos en San Luis; su testimonio más parecido a un recuento de hechos que aun análisis e interpretación en el contexto de una obra que critica ácidamente la revolución maderista por estar fuera de ella, pone atención en lo que a él le sucedió3; Cumberland4 y Ross5 refieren los generales del caso, lo mismo que José Cayetano Valadés6, ninguno avanza de la descripción, más o menos detallada, de los hechos. Estos autores, cuando no testigos de los hechos, escribieron en la década de los cincuenta. En los años setenta Armando Fuentes Aguirre, mejor conocido como Catón, publicó un volumen en la Biblioteca del INEHRM titulado Madero caudillo cívico de la Revolución en que transcribe parte del expediente del amparo7

Estos hechos han sido entendidos de dos maneras: detener y enjuiciar al candidato más importante de la oposición era algo lógico y natural, lo mismo que hacer fraude electoral, para un régimen corrupto y decadente como el de Díaz, “una vieja técnica” del sistema. Sólo se manifestaba una vez más lo corrupto y decadente del régimen, un agravio más a la larga lista y que justificaba la rebelión. Incluso por ser connatural al régimen, al concepto de dictadura, no tendría ninguna implicación digna de ser estudiada. O se trata de algo irrelevante, que es apenas testimonial frente al hecho de la rebelión.

Ciertamente ni la aprehensión ni el enjuiciamiento, las múltiples órdenes de aprehensión o el proceso electoral propiamente dicho han sido objeto de investigaciones detenidas, ni siquiera en el marco de los estudios electorales quizá por un doble prejuicio, ya sabemos lo que ocurrió y que lo realmente importante de Madero es que se levantó en armas. Las formas políticas, las libertades públicas, el estudio del autoritarismo consecuentemente no han sido debatidos con solides; resulta más “atractivo” revisar la huída a San Luis Missouri, el estallido de la Revolución, la caída y muerte.

Esta perspectiva ha rodeado de un velo de ignorancia y desinformación otras dimensiones del proceso histórico, quedando una sensación de que algo está incompleto, no contado, cuando se observan los trozos de historia que yacen en el proceso jurídico contra Madero.

Ese hueco significativo, un vacío que debe ser investigado, no fue planteado en el siglo xx: es la dimensión democrática del personaje, de los años del gobierno y la lucha que él y esa primera generación de demócratas del siglo XX desarrolló como oposición legal, luego convertidos en rebeldes, más tarde en el gobierno, y en las luchas del resto de la década, incluso su derrota luego de 1920.

Como hipótesis podría plantearse que el autoritarismo, como una de las fuerza más sólidas en la conformación y en la reestructuración del Estado Mexicano, nunca tuvieron en su agenda los estudios de los derechos y las garantías individuales, del uso y abuso con la ley, de la persecución política, el fraude electoral, la democracia o el estado de derecho; en cambio la dimensión de justicia social que acompañó al régimen y lo legitimó, fueron sistemáticamente estudiados.

La crisis de los ochenta, y la aparición de un nuevo tipo de sociedad así como el desarrollo de la dimensión electoral, comenzó a incluir algunas de estos temas —tal es el caso de los estudios electorales—. Pocos casos hubieron de estudios históricos de la justicia, y no fue tema el abuso del poder así como la construcción democrática.

La cultura política y algunas de las instituciones democráticas comenzaron a ser estudiadas en la década de los años noventa, de la mano de la transición a la democracia que trajo cambios en la agenda historiográfica, como los estudios sobre elecciones, las oposiciones, ciertamente un tanto retardados con respecto de la marcha de una sociedad en agitación. Hoy el Estado de Derecho es un tema que aparece en la agenda política y cotidiana de la sociedad, y lo será pronto entre los historiadores, lo mismo que la consolidación de temas como opinión pública y ciudadanía.

Hace ya un lustro la prensa escrita y el radio debatieron intensamente en torno al desafuero de Andrés Manuel López Obrador; varios opinaron que la manera de alejar a López Obrador de la contienda política de 2006 se asemejaba a lo había sucedido con Madero; algún periodista apuntó que los delitos por los cuales se acusó a Madero eran el de robo de una carreta de guayule y el de injurias al presidente. Ricardo Rocha publicó:

Cuando la dictadura comprendió, demasiado tarde, que sería derrotada en las urnas por Madero, decidió sacarlo de la carrera presidencial inventándole falsos cargos y conduciéndolo finalmente a prisión. Ya desde abril de 1910, para impedir su asistencia a la convención electoral antireeleccionista, se le había acusado de invadir un predio ajeno, desacatando una orden judicial y construyendo ilegalmente una brecha para robarse una carga de guayule; y cuando esa acusación fracasó por ridícula e infundada, se le acusó siendo ya candidato a la Presidencia de la República de proteger de la policía a un orador Roque Estrada que había pronunciado un discurso injurioso en contra de las autoridades...8

El polémico asunto del desafuero tuvo, entre otras muchas consecuencias, el que la sociedad volviera la vista sobre varios temas como la ley y la justicia; significativamente, apareció en el vocabulario del ciudadano el concepto de Estado de Derecho. Curiosamente fueron varias las referencias al proceso a Madero en 1910. Pocos recordaron el texto de Armando Fuentes Aguirre y casi nadie el de Martín Luis Guzmán.


1. Fuentes Aguirre, Armando, Madero, caudillo civil de la Revolución, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1973. Col. Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.

2. Cráter [Pedro Lamicq], Madero por uno de sus íntimos [Madero Apóstol, Madero Mártir, Contestación de un íntimo de Madero a las acusaciones de un conservador extranjero], México, Oficina Editorial Azteca, s/a.

3. Roque Estrada, La Revolución y Francisco I. Madero, México, INEHRM, 1985. La primera edición es de 1912 y fue editada en Jalisco.

4. Charles Cumberland, Madero y la Revolución Mexicana, 3ª. Ed., México, Siglo xxi, 1984. La primera edición en inglés es de 1952 y en español de 1977.

5. Stanley Ross, Francisco I. Madero, apostol de la democracia mexicana, México, Grijalbo, 1959.

6. José C. Valadés, Obras [Imaginación y realidad de Francisco I. Madero], México, Siglo xxi, 1992.

7. Fuentes Aguirre, Op. cit. Pp. 135 – 159.

8. Tomado del artículo de Daniel Molina ¿Quién mató a Don Pancho Madero?, del que no he podido localizar la fuente en que apareció por vez primera; fue citado por Ricardo Rocha en su columna Errores de cálculo, 28 de febrero de 2005 en el diario El Universal. Puede consultarse en http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/web_columnas_new.detalle?var=46020 Al parecer Rocha también empleó esta información en su programa de radio. De ahí fue tomado por otros periodistas.

La campaña

En cuanto a las referencias citadas por Ricardo Rocha, hay imprecisiones, la realidad es más compleja.

La campaña de Madero durante el año de 1908 y hasta mediados de 1909 en pro del antireeleccionismo tenía como meta convocar a una convención con representantes de los clubes políticos integrados al Partido Nacional Antireeleccionista que eligiera al candidato en abril para competir en los comicios de junio de 1910. Ciertamente fue una etapa opacada por la disputa entre los reyistas y corralistas para obtener el favor y la designación de Porfirio Díaz como vicepresidente que, todos pensaban, completaría el periodo presidencial 1910-1916 ante el seguro deceso del político oaxaqueño.

Hábiles maniobras de Ramón Corral, secretario de Gobernación, seguramente con el beneplácito de Porfirio Díaz, arrinconaron y sacaron de la contienda al gobernador de Nuevo León Bernardo Reyes, quien se vio obligado a dejar la gubernatura y más tarde a salir del país. Sin su principal rival compitiendo, con un Teodoro Dehesa débil y reducido a Veracruz, Corral acarició la reelección como vicepresidente; se dio cuenta, sin embargo, que multitud de reyistas habían engrosado las filas maderistas tanto en los clubes antireeleccionistas de bases como entre grupos dirigentes, y que ya no obedecía la norma de plegarse a la decisión del Señor Presidente.

La candidatura de Madero crecía porque había avanzado de la edición de su libro La sucesión presidencial en 19101 a la construcción de un frente de periódicos de oposición que le aseguraron difusión de sus ideas y de sus correligionarios; luego comenzó una segunda línea de acción en la que se vinculó con clubes políticos derrotados y avasallados en procesos electorales locales en lo que iba del sexenio 1904-1910, al mismo tiempo que tendió lazos con grupos de oposición en las entidades donde se llevaría a cabo procesos electorales, siempre en apoyo a las candidaturas contrarias a las oficiales.

Finalmente, estaban los reyistas de Juan Sánchez Azcona del periódico México Nuevo o el Partido Nacional Democrático que durante meses atacaron a Corral y plantearon una fórmula de transacción para la contienda en que la candidatura presidencial quedaría en Porfirio Díaz y la vicepresidencia en un antireeleccionista, elegido de entre varios nombres: Félix Díaz, Francisco Vázquez Gómez, Benito Juárez Maza, Toribio Esquivel Obregón entre otros. Esta idea, de “transición” apelaba a la bendición del Patriarca y ciertamente puso nervioso al grupo de los científicos, que no recibía la ratificación de la candidatura reeleccionista de labios del Señor Presidente. En consecuencia, atacaron2.

La lucha abierta en contra de Madero se desató luego de que fuera electo candidato de la convención del Partido Nacional Antireeleccionista y del Nacional Democrático que tuvo lugar los días 15, 16 y 17 de abril de 1910. El candidato a la vicepresidencia fue Francisco Vázquez Gómez. Taracena menciona que antes de la convención había la intención de asesinarlo pero que Félix Díaz la frustró, que esperaba el desarrollo de la convención3. Ciertamente Madero no pudo asistir al evento por el que tanto había trabajado porque sobre él pesaba una orden de aprehensión que había sido girada por un asunto de límites de unas tierras que había comprado, y en el que lo defendió Aguirre Benavides. La orden tuvo que ser desechada pues justamente el día 16 el juzgado resolvió a su favor. Díaz, en una entrevista, presuntamente arreglada por Limantour según otros por Dehesa, le aseguró que habría total respeto a las garantías durante la campaña electoral y ciertamente no hubo posibilidad de llegar a ningún acuerdo.

Madero protestó como candidato el día 17 de abril. El día 20 los corralistas comenzaron a atacar a Madero señalando que tenía cuentas pendientes con la ley, además de atacarlo con burlas y calumnias. El 28 de abril se publicó el Programa Político de los Candidatos Independientes y casi inmediatamente salió a su primera gira como candidato, que lo llevó del primero al 29 de mayo a Guadalajara, Puebla, Xalapa, Veracruz, Orizaba, la Ciudad de México y Pachuca. Ante el crecimiento de la campaña, la represión se hizo más feroz no sólo en las detenciones mandadas por los jefes políticos o incluso los gobernadores, sino por los procesos y acusaciones que se abrieron en contra de opositores al corralismo, como el mismo José López Portillo, y donde los jueces jugaron un papel central. El 2 de junio Madero fue nuevamente citado ante un juzgado para cumplir un citatorio judicial, en el que el juez le anunció que el citatorio era falso.

El día 3 Madero partió nuevamente de gira, una que lo llevaría al norte del país y hacia Tamaulipas. Partió hacia San Luis Potosí, deteniéndose en Saltillo, luego llegó a Monterrey y de ahí partiría a Ciudad Victoria.


1. Madero, Francisco I., La Sucesión Presidencial en 1910, [s/e], San Pedro, Coah. 1908.

2. Una muy detallada descripción de lo ocurrido en el año de 1910 puede verse en el libro de Canudas Sandoval, Enrique, 1910: la elección de una muerte anunciada, México, UAM, Unidad Iztapalapa, 1999.

3. Citado por Canudas, Op. cit., Pp. 191 – 192.

El proceso

Cuando Madero y sus acompañantes Roque Estrada, Elías de los Ríos —taquígrafo— y su esposa Sara Pérez de Madero subieron el tren hacia su segunda campaña, descubrieron que también lo hacía Juan Orcí, personaje cercano a Corral. Tal y como sospecharon, su presencia era pieza fundamental en una celada al candidato que consistió en escuchar sus discursos, manipularlos y presentarlos a las autoridades locales de tal manera que parecieran ilegales, procediéndose entonces a levantar cargos, que fueran detenidos y acusados para ser sometidos a proceso penal bajo cargos federales, de manera que estuvieran en prisión durante el proceso judicial y la elección, derrumbándose así la candidatura.

Según Ramón Prida, Díaz personalmente mandó llamar a Orcí para preguntarle qué había dicho Madero y si eso lo repetiría en los tribunales, a lo que el testigo oficioso se avino y Díaz aprovechó la ocasión para “castigar la audacia del señor Madero y echando sobre el señor Corral la impopularidad”1. Según este autor, fue una orden a Mier2 la que hizo que detuvieran a Madero en Monterrey y lo transladaran a San Luis Potosí para que fuera juzgado ahí, pues el discurso entraba en esa jurisdicción.

El tren se detuvo en San Luis Potosí el día 4 de junio y Madero dio un discurso a la multitud. En los recuerdo de Estrada el discurso de San Luis no merece la más mínima atención: “a nuestro paso por esta ciudad un numeroso grupo de correligionarios saludó al señor Madero; y tanto él como yo nos vimos obligados a perorar”3.

Existe una fotografía que parece ser del hecho: ¿Puede imaginarse lo que es la llegada de un tren al andén? Las personas caminando, los vendedores ambulantes gritando sus mercancías, los ruidos propios de un tren que no apaga la máquina pues es una parada de menos de uno hora, el gentío que habla y gesticula… y una persona a veinte metros que dice oye todas y cada una de las ideas centrales del discurso de Madero. Es realmente difícil pensar que Orcí pudo haber oído realmente lo que dijo Madero.

El jefe político presentó al juez de distrito elementos para iniciar una acusación por conato de rebelión el nueve de junio a la una dieciocho con la denuncia de hechos ante el juez de distrito de San Luis Potosí y dando vista al agente del ministerio público, promoviéndose entonces las primeras investigaciones con el fin de determinar si existían elementos para levantar cargos, esto incluye declaraciones de testigos.

El viaje continuó hacia Saltillo donde comenzaron los problemas según Estrada: la multitud que los siguió, rodeada por la policía que la amenaza, frente al hotel donde se hospedaron le reclama hable, Madero pretendió dirigirse a sus seguidores y la policía se lo prohibió, lo jaloneó y atacó a los manifestantes.

Llegaron a Monterrey el 5 de junio y fueron recibidos por una entusiasta multitud, que los siguió hasta la casa donde pernoctarían, de la familia de Madero. La policía detuvo a la mayor parte de los manifestantes pero una parte, cerca de quinientos, logró burlar el cerco impuesto por la policía. Una vez que habló Madero, Estrada tomó la palabra y no obedeció a un policía que en nombre de la ley le exigía se callase; Estrada continuó y terminó a pedido de la multitud, luego pidió a la multitud que se disolviese, lo que sucedió4.

Los rumores se desataron y ambos recibieron una invitación para una entrevista con el jefe de la policía para el día 6 en la mañana. El policía se creía ofendido y reclama que Estrada se desdijese de sus palabras o en un acta se asentarían, lo que más tarde significaría que tendrían un duelo. Por la noche, al momento de partir, una decena de hombres de “mala catadura” rodeó el automóvil en que iban a viajar y uno le preguntó a Madero por Estrada; mientras eso sucedía Estrada escapó y penetró en la casa de los Madero, donde la familia —particularmente las mujeres— lo defendieron. Madero se dirigió a la estación del ferrocarril y en ella fue detenido5 porque el jefe de la policía sostuvo que Madero estaba ocultando a Estrada; se inspeccionó el tren y como no encontraron a quien buscaban, intentaron presionar a Madero y le dijeron que se diera por preso; ante el atropello, exigió que se mostrara la orden correspondiente y como el policía no tenía, pistola en mano amenazó al maquinista y detuvieron el ferrocarril hasta que llegó el juez Treviño dio una orden de aprehensión sin la firma del secretario, sin sellos y sin que estuviera en papel oficial6.

Al día siguiente Estrada se presentó ante el juzgado y fue llevado a la cárcel para que se dejase libre a Madero, quien había sido acusado de encubrimiento de fuga. Al presentarse, Madero debería quedar libre, pero eso no sucedió. Esa mañana del 8 de junio el juez les hizo saber a ambos que ya se estaban instruyendo otros dos procesos en su contra, por el delito de conato de rebelión en San Luis Potosí y por el de ultrajes a la autoridad en Monterrey, y no podían ser dejados en libertad7.

El día 6 de junio de 1910 a las cuatro de la tarde, la autoridad inició averiguación en contra de Roque Estrada por los sucesos ocurridos a las diez de la mañana: se le acusa del cargo de ultrajes a las instituciones públicas, en la figura del Señor Presidente de la República; en el acto procedieron las denuncias, testimoniales y se emitió la correspondiente orden detención al determinar el juez que existían méritos suficientes.

Inmediatamente, como señalamos, se activó la acusación y el proceso en el juzgado de distrito de San Luis Potosí.

A mediados del mes de junio, antes de las elecciones, era claro que había un gran desconcierto por los motivos debido a los cuales Madero había sido reducido a prisión: se le acusa de “graves injurias” de acuerdo con lo escrito en El País; “por haber insultado, según se dice, a la policía”, es la versión de otro diario8; “por el supuesto encubrimiento del delito que se imputa al Lic. Roque Estrada, de haber ultrajado a la policía”, para México Nuevo. El Imparcial, “la fuente mejor informada” en parte por ser el diario oficioso del régimen, transcribe el discurso que dio Madero en la Estación del Ferrocarril de San Luis Potosí en la versión que preparó Juan Orcí y que justificaba la detención.

Había aprehensiones contra los miembros del club antireeleccionista de Torreón, que había sido allanado por las fuerzas del orden público9 y los detenidos interrogados; el resultado fue que confesaron que están reuniendo armas para la rebelión con financiamiento de los Madero. A los pocos días, se habían levantado cargos por estar preparando la insurrección; de manera que de los juzgados de Torreón se derivaría otra averiguación, de la que da cuenta la Gaceta de Guadalajara indicando que el candidato había sido exhortado “por el juez de lo criminal de Torreón como presunto responsable del delito de encubrimiento a sediciosos”10.

Estaban los sucesos de Atlixco, donde había sido descubierta una asonada y los de Valladolid, donde se hacía responsable de la rebelión a las ideas antireeleccionistas, y que llevan a que se acusara a Madero ante la prensa controlada por el régimen de haberse convertido en un grave peligro para la nación que preludiaba sólo una cosa, rebeliones11.

Es mi sospecha de que a raíz de la rebelión de Valladolid también se le abrió un proceso derivado de la intención del gobernador, manifiesto en la primera carta que escribe a Díaz sobre los sucesos en los primeros días de junio de 1910, de culpar a los anti-reeleccionistas de los levantamientos, acusación que no prospera y que seguramente tiene que ver con que no se pudieron sustentar de ninguna manera los cargos12.

Habría que recordar que a los pocos días de la detención de Madero en Monterrey, se presentó la policía de Saltillo para catear la hacienda de los Madero en Parras porque se había abierto una averiguación previa en contra de Francisco bajo la acusación de que en esa hacienda —se había denunciado anónimamente— guardaba armas y pertrechos para hacer realidad la rebelión. El patriarca de la familia, Evaristo Madero, protestó airadamente ante el gobernador y ante Díaz mismo por lo que consideró un ultraje imputable de todo punto a las actitudes “de redentor” de su nieto, de las que él se deslindaba absolutamente; el caso no continuó debido a que sólo se encontraron 13 carabinas, todas ellas adquiridas con factura, y compradas ante la inseguridad que se temió luego del entallamiento de la rebelión de Viesca en 1908.

Ciertamente todas estas noticias influyeron en el juicio de la prensa y coincide con la aprehensión en Monterrey. A los pocos días del atropello d que fue objeto Evaristo Madero, se hizo pública la carta del patriarca de los Madero a Porfirio Díaz en que claramente se deslindaba de las actividades de su nieto. La publicó El Imparcial13.

En tanto el periódico La Iberia había publicado el 3 de junio de 1910 que se habría librado un exhorto —da la impresión de que el día anterior— obedeciendo a un juzgado de Coahuila, en contra de Madero para que se presentase ante el Juzgado Quinto de la Ciudad de México para que declarase por un caso de fraude por operaciones con guayule14. Dos días más tarde ese mismo periódico informaba que el exhorto en realidad provenía de San Pedro de la Fuente, en Coahuila, y que se llamaba a Madero para que declarara en torno al proceso que se seguía contra Rafael Rivas por el delito de fraude.

Aunque Madero llegó acompañado por su abogado —el licenciado Perezcano—, un taquígrafo —seguramente sería Elías de los Ríos— y cuatro personas más, el juez no permitió que entrara nadie mas que el propio Madero bajo el argumento de que la declaración era privada15. Esta cita sería apenas unas horas antes de que saliera para su gira al norte del país. Al parecer a esa averiguación es a la que se refiere el gobernador de Coahuila el 9 de julio de 1910 cuando pide a Díaz autorización para lanzar un exhorto más contra de Madero, una vez que solicitara su libertad caucional, para que de una cárcel saliera para ingresar en otra16.

En abril de 1910, al momento de la Convención en que se iba a elegir al candidato anti-reeleccionista, fue reactivada la acusación en su contra por un pretendido robo de guayule en que se había empleado violencia; según Aguirre Benavides17, se trataba de un caso de deslinde de tierras donde protegidos de Corral y de Díaz pretendían robar al padre de Madero cerca de cuatro millones de pesos generados por el producto de los cortes de guayule que estaban en el área que habían comprado para terrenos ganaderos. Se reactivó el proceso en abril pero no tuvo éxito porque la resolución judicial en Saltillo favoreció a los Madero, de manera que no podía sostenerse una orden de aprehensión. Pero se insistía.

Claramente hubo una lluvia de acusaciones en prensa, algunas presuntas otras reales, e informaciones sobre órdenes de aprehensión y averiguaciones previas contra Madero que aparecieron en el breve lapso que de la campaña presidencia de Madero, menos de dos meses, que apuntan a la existencia de un complot donde jugó un papel destacado la Secretaría de Gobernación, que operó con éxito en dos acusaciones Juan Orcí.

Con Madero en la cárcel, hubo manifestaciones de protesta y a favor del encarcelado, nada lograron. Como respuesta política, el 14 de junio de 1910 Madero se dirigió una carta a Díaz y un manifiesto al Pueblo de México, desde la penitenciaría de Monterrey, en que hizo una valoración del proceso judicial a que estaba siendo sometido y se convirtió en un enjuiciador del régimen18.

En la primera se queja de los atropellos y conmina al presidente a que haga realidad la vida democrática porque, señala, “solamente será el gobierno legítimo y la paz estable, teniendo por base la voluntad nacional y el respeto a la soberanía popular”19.

En el Manifiesto a la Nación pidió calma a los mexicanos, protestó contra las irregularidades y atropellos cometidos contra él y contra los antireeleccionistas, en ambos enjuicia al régimen que lo ha reducido a prisión y le ha retirados sus derechos políticos, denuncia el uso faccioso de la ley:

Se que el Pueblo Mexicano está ansioso de libertad y resuelto a restablecer el régimen constitucional, porque el peso de la dictadura es cada vez mayor y cada vez mayores sus desmanes y desaciertos, que las garantías individuales son violadas descaradamente y los fondos públicos despilfarrados de un modo lastimoso en obras de ornato que sirven principalmente para enriquecer a los contratistas concesionarios, etc., mientras en algunas partes de la República el pueblo sufre cruelmente por el hambre y la instrucción pública es desatendida20.

Ese mismo día el juez Tomás Ortiz solicitó la aprehensión de Madero por el delito de conato de rebelión por su discurso en San Luis; el 16 de junio el juzgado de Monterrey decretó que los reos deberían ser trasladados a San Luis para seguirles proceso y se les remitió junto con el expediente el 21 de junio y para el 28 de junio se le decretó formal prisión.

Dos días antes, el día 26, se había llevado a cabo la elección primaria del proceso electoral21. Sánchez Azcona había sido obligado a huir del país22, Filomeno Mata, Madero, Roque Estrada y otras cuantas docenas de maderistas estaban en la cárcel: lo que desde la óptica del poder había puesto en orden el proceso electoral pues las voces de la oposición estaban acalladas. Había surgido la candidatura de Dehesa a la vicepresidencia, apoyado por destacados porfiristas enemistados con Corral y que, a decir de Canudas, había fracturado definitivamente a la élite porfiriana23. El día del proceso ganó la fórmula Díaz – Corral, y aunque hubo rumores de que había ganado en Azcapotzalco Madero, fueron desmentidos.

Mientras tanto en San Luis Potosí continuaban las diligencias en torno al delito de ultrajes a la autoridad y conato de rebelión contra Madero y Estrada, con vista a las elecciones secundarias los acusados decidieron dar su apoyo a la candidatura de Dehesa, que fue severamente atacada. El 11 y 12 de julio, mientras se llevaba a cabo la elección, Limantour salió de México desapareciendo así un enemigo más de los corralistas. Los resultados, publicados días más tarde, deban a Díaz 18,828 y a Madero 221; Corral 17,373 votos; a Dehesa 1,474; Vázquez Gómez 16424.

El 14 de julio se incluyeron los datos de filiación de Francisco I. Madero y seis días más tarde se comenzó a tramitarse la libertad provisional bajo caución, que fue otorgada el día 22 de julio. Estrada señala que el padre de Madero se encontró con José Ives Limantour en el andén de la estación del ferrocarril y que éste le sugirió que ambos presos —Estrada y Madero— solicitasen la libertad caucional, que sin problemas les sería concedida25. Según Prida, estando detenido Madero, y con la correspondencia incautada, se confirmó claramente que el candidato preso estaba preparando una revolución armada, pese a lo cual Díaz ordenó la libertad bajo caución, pues el obispo de San Luis Potosí, Ignacio Montes de Oca había intercedido por él ante Carmelita Romero Rubio —esposa de Díaz— y, pasadas las elecciones, se le dio la libertad, con una fianza de $10,000.00 —aunque en realidad ese monto correspondía a Madero y a Estrada26. Al fugarse, Díaz se sintió honda y profundamente descepcionado, en esta versión.

Según Alfonso Taracena, la libertad caucional de Madero fue gestionada por su padre, quien pidió a Limantour le concediera esa gracia para su hijo; al mismo tiempo hizo gestiones ante el obispo de San Luis Potosí —Ignacio Montes de Oca— y antes el nuncio apostólico —Monseñor Ridolfi—, quienes a su vez hablaron con doña Carmelita Romero Rubio, esposa del presidente Díaz. De hecho esas ideas implicarían que la libertad era un tema extrajudicial, no legal y que se derivaría más del privilegio y las corrupción que del derecho. Taracena también anota que la gestión la realiza el abogado Rafael Cepeda —el proceso indica que fue Pedro Antonio Santos y Sara Pérez de Madero— y que al poco tiempo se organizó la escapatoria porque telegrafistas simpatizantes de Madero que conocían las claves de la Secretaría de Gobernación descubrieron un complot para asesinarlo27.

Ya en libertad caucional continuó el proceso judicial mientras que Federico González Garza presentaba los recursos de inconformidad ante la Cámara de Diputados, sin ningún éxito28; el 4 de octubre apareció publicado en el Diario Oficial el decreto que nombraba a Díaz presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y a Ramón Corral vicepresidente. Cinco días más tarde Madero y Estrada huyeron de San Luis Potosí hacia Estados Unidos; se rumora que apresuró su huida un intento de asesinato por parte de los corralistas. Por otro lado, todos los recursos de la lucha legal habían sido agotados.

En septiembre, Orcí sería ungido diputado por Zacatecas. El 5 y 6 de octubre Madero y Estrada se fugarían a Estados Unidos29.

Luis Lara Pardo escribió que Madero fue encarcelado “acusábasele primero de encubrir a uno de sus correligionarios; después por incitar públicamente a la rebelión”30 y que Díaz “había resulto dejar en libertad a Madero para dar apariencia de legalidad a la elección; se asegura que la prisión de Madero fue obra de un funcionario subordinado pero es improbable”31. Culmina diciendo que, además de que había sido tratado con mucha consideración en la prisión, su escape significó una gran sorpresa para Díaz. Más aún, afirma que la prisión no fue “ni ilegal ni injustificada en aquel tiempo”32. Ello implicaría que Díaz habría realizado consideraciones políticas sobre si la elección de 1910 sería, o habría sido válida, con Madero encarcelado y sometido a proceso judicial.


1. Ramón Prida, De la dictadura a la anarquía, México, Botas, 1958, 2ª. Ed., Pp. 275.

2. Gobernador de Nuevo León, que había entrado a substituir a Bernardo Reyes, quien estaba temeroso pues había perdido el favor político de Díaz por su actuación en los comicios de 1910.

3. Estrada, Op. cit., Pp. 236.

4. Estrada, Op. cit., Pp. 238-239.

5. Ibid., Pp. 240 y ss.

6. Ibid., Pp. 243.

7. Ibid., Pp. 243.

8. El Tiempo, diario católico, 8 de junio de 1910. año XXVII, # 8878.

9. El Imparcial, 8 de junio de 1910.

10. La Gaceta de Guadalajara, 12 de junio de 1910.

11. Al respecto pueden verse El Imparcial, La Iberia, el Eco de Tabasco o El Heraldo de Chiapas.

12. Puede verse al respecto de los inicios del movimiento y la respuesta por parte del gobierno el Informe del General Bravo al Presidente Díaz, 10 de junio de 1910. Colección Porfirio Díaz, (en adelante cpd, en la Universidad Iberoamericana uia), legajo xxxv, Doc. 7525 y ss..Además la carta del gobernador de Yucatán al Presidente Díaz, CPD, legajo XXXV, Doc. 7589 y 7590. Y un escrito de época, que se apoya en testimonios originales y entrevistas es el de Carlos Menéndez, La primera chispa de la revolución mexicana: el movimiento de Valladolid en 1910 estudio histórico crítico, Mérida, Impr. de La Revista de Yucatán, 1919. Pp. 28. El texto esta firmado en 1916 pero hubieron de pasar tres años más para que el autor pudiera darlo a conocer a través de su imprenta. A fines de los años treinta hace llegar esta y otras obras a Martín Luis Guzmán.

13. La carta aparece en El Imparcial del 12 de junio de 1910.

14. La Iberia. Diario hispano-americano de la mañana, 3 de junio de 1910, año 5, número 1207.

15. La Iberia. Diario hispano-americano de la mañana, 5 de junio de 1910, año 5, número 1209.

16. Juan Valle a Porfirio Díaz, 9 de julio de 1910. CPD, legajo XXXV, folios 009217 y 009218.

17. Adrián Aguirre Benavides, Madero el inmaculado : Historia de la Revolución de 1910, México, Diana, 1962. Esta es la mejor descripción del caso y no podría haber sido de otra manera: Aguirre Benavides, pariente de Madero y abogado, fue quien llevó el caso; da la impresión de que, cuando escribe, lo hace con vista en el expediente, dado el nivel de detalle al que recurre.

18. Hay varias ediciones, prefiero “Manifiesto al Pueblo Mexicano. Penitenciaría del Estado, Monterrey, Nuevo León, 14 de junio de 1910”, en Madero, Francisco Ignacio, Apuntes políticos, 1905-1913, México, Clío, 2000. Col. Obras Completas de Francisco Ignacio Madero, III. Pp. 134 – 137.

19. Vid. Sosa y Gallegos, Op. Cit., Pp. 66.

20. Transcripción del manuscrito original del manifiesto de 15 de junio de 1910, en el Archivo Documental de la Familia Madero. Agradezco en especial a Manuel Guerra las facilidades para la consulta y reproducción del material.

21. Valadés, Op. Cit., Pp. 466.

22. Su relato de esos días es francamente impresionante y vívido. Es quizá el único autor que, una vez que estuvo en el poder, se preocupó por desentrañar la conspiración y tuvo acceso, al parecer, a documentación confidencial que registra en su texto. Puede consultarse Sánchez Azcona, Juan, Apuntes para la historia de la Revolución Mexicana, México, INEHRM, 1961.

23. Canudas, Op. cit., Pp. 259.

24. Canudas, Op. Cit., Pp. 276.

25. Ibid., Pp. 267.

26. Prida, Op. Cit., Pp. 276.

27. Alfonso Tarecena, Francisco I. Madero. Biografía [puesta al día con documentos y datos hasta ahora casi desconocidos], México, Porrua, 1969.  Pp. 113.

28. González Garza, Federico, La Revolución Mexicana: Mi contribución político – literaria, México, Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana, 1985. Ed. facsimilar de la ed. 1936 de del bosque impresor, México.

29. Estrada, Op. Cit., Pp. 283.

30. Luis Lara Pardo, De Porfirio Díaz a Francisco I. Madero, la sucesión dictatorial de 1911, México INEHRM, 1985. Pp. 150 a 152.

31. Ibid., Pp. 150 y 151.

32. Ibid., Pp. 154 y 155.

Conclusión

¿Tenía Madero salvación, como podría haberla tenido la democracia? Es mi parecer que tal como se presentó el proceso electoral, la mejor salida que tuvo fue terminar en la cárcel. Era así porque en el régimen la ley no servía para salvaguardar las garantías individuales sino para limitarlas y eliminar a los adversarios políticos y sociales; porque era una herramienta que esgrimían los grupos de la élite para enriquecerse, para abusar, para golpearse en sus conflictos; por lo menos así lo creía una parte de la sociedad, de esa manera lo manifestaban por escrito sus intelectuales, personas de todas las clases estuvieron dispuestas a salir a dar una batalla que se veía, se sabía perdida aun antes de comenzar.

Era una sociedad autoritaria en la que amplios sectores de ella y gran cantidad de individuos que medraban de ella, o estaban tan habituados a ella que no podían entender el orden de las cosas sin la existencia de la mano dura, la justificaban y defendían. Quienes no, de todas maneras veían el fraude electoral y la prisión por delitos políticos de los opositores como algo natural, no podían vislumbrar la política de otra manera de tan arraigado que estaba el autoritarismo.

Por ello las ideas del antirreeleccionismo de Madero, sus partidarios y seguidores parecían radicales y desorbitadas, gente de razón y buenas costumbres o posición planteaban que una transición que más parecía una transacción que dejaba la decisión superior al Señor Presidente, era mantener la figura de Díaz y buscar su paternal anuencia. Mostraba lo opuesto que Díaz había manifestado al periodista Creelman, la población mexicana en realidad no estaba —en muchos sectores—  en la mayoría de edad.1 Es cierto esto o por el contrario había una sólida sociedad con fundamentos democráticos que se intentó expresar por los cauces legales antes de ser reprimida por la clase política de los Corral, los Ugalde, los Díaz, los Burgoa.

Quizá sea necesario entender que la respuesta está en las zonas intermedias y que requiere preguntarse temas que hasta ahora han estado ausentes de la discusión histórica y pública.

El trabajo político de Madero ¿podría estar tratando de construir una nueva manera de relación entre la sociedad y el Estado? La bibliografía hoy disponible no resuelve esa incógnita, que en realidad está claramente vinculada a cuestiones de nuestro entorno,2 pues los historiadores responden que señala a una vertiente de estudio a preguntas que flotan en la sociedad como parte de sus preocupaciones. Y quizá sólo hasta hace muchos menos años de los que suponemos, la democracia se ha planteado seriamente.

En ese sentido quizá la pregunta ya no es si Francisco I. Madero podría o no haber salido vivo del encarcelamiento, sino si las elecciones de 1910 cubrían las expectativas de una sociedad en transformación y cambio —si es que lo estaba—, que tenía grupos afectados por las tensiones sociales vinculadas al desarrollo económico y la modernización, sectores que educados en el autoritarismo querían permanecer en él; algunos que buscaban romper con él, y en medio, una gran cantidad de variantes y matices.

De este modo, el problema de su detención y enjuiciamiento es una forma de abordar el tema de la legalidad y legitimidad de la elección; es más, al estudiar el conjunto del proceso electoral podríamos preguntarnos por el Estado de derecho. Así, el proceso judicial tendría una relevancia que no se ha vislumbrado y que alcanzaría inclusive para replantear el inicio y el desarrollo de la Revolución mexicana ¿Hay una real dimensión democrática en el origen de la Revolución?

En la época —simplemente hay que pensar en las mordaces críticas de José Juan Tablada— estas cuestiones no se plantearon, sólo preocupaban a un pequeño grupo: el Madero que en carta al presidente y en el manifiesto a la Nación buscaban obtener de Díaz una respuesta cívica,3 de respeto a la ley y que obligara a la clase política a sujetarse a ella, pasa por idealismo en el mejor de los casos, pero significó un enjuiciamiento político que socavaba las bases de legitimidad del poder. Díaz no respondió. Y en la historiografía posterior pasó de largo.

Quien revise con cuidado el proceso y el Código de Procedimientos podrá responder si se cumplieron los requisitos mínimos y básicos de las disposiciones penales; quien revise el proceso electoral podrá plantearse si las elecciones se apegaron a la normatividad imperante, si cumplieron las actividades y obligaciones de las diferentes  instancias; si con la declaratoria de triunfo de la fórmula Díaz-Corral se asistió realmente a la conclusión de un proceso democrático; si se aseguró la existencia, mantenimiento y ampliación del Estado de derecho.

Juan Sánchez Azcona en sus artículos —y luego en su libro— documentó la existencia de una conspiración del poder, con la ayuda de particulares, para apresar y retirar de la contienda electoral, en plena campaña, al más importante candidato electoral opositor. La lectura atenta de los documentos aquí presentados, así como los que dio a conocer Aguirre Fuentes parecen confirmar el complot y la violación de garantías individuales. Prida alegaría una cuestión completamente distinta.

Es claro que no se pudieron consolidar muchas de las acusaciones contra Madero ni fue posible vincularlo con acontecimientos como los de Yucatán, Atlixco, Tlaxcala y Guadalajara; las maniobras llevadas a cabo por Orcí sólo pudieron tener lugar con un apoyo político muy importante, lo que indicaría la presencia de una conspiración, y testimonios que responsabilizan a hombres del poder. ¿Es sistémico o es ocasional?

La revisión de los archivos de Madero y Díaz indican que el presidente de la República estaba enterado de las decisiones que se tomaban y que no hizo nada por detenerlas; que Ramón Corral desde la Secretaría de Gobernación realizó las gestiones necesarias en el país y que el operador Orcí contó con el apoyo de jueces, jefes políticos, policías y gobernadores.

La publicación de los materiales del juicio a Madero obligaría a revisar otros procesos, otros archivos, otras fuentes y a releer con nuevos ojos lo ya publicado. Hay una gama de asignaturas pendientes desde esta perspectiva.

Desde un punto de vista más amplio, el proceso a Madero sugiere buscar desde el Estado de derecho, desde la democracia, desde las libertades, no sólo dilucidar temas de técnica jurídica sino también abordar dimensiones política, social o cultural desde una perspectiva ciudadana. Perspectiva que parta de proponer el respeto a las garantías individuales y a las libertades que marca la Constitución; las nociones de justicia y equidad que alumbran el ejercicio de la ley, la democracia y —en particular en este caso— las elecciones y la impartición de la justicia, es decir, lo que T. S. Marshall se planteaba como las dimensiones cívica y política de la ciudadanía. Incluso el propio discurso de San Luis permite plantear el problema de la magnitud social de la ciudadanía.

Podría preguntarse si realmente existió —o podría haber existido— legitimidad en los comicios de 1910; dar una respuesta en cualquier sentido tendría que incluir la revisión de multitud de aspectos hoy desechados, y de pronto el aliento alcanza para atisbar con nuevos ojos el estallido de la Revolución mexicana, a los demócratas de la primera hora y su derrota y subordinación la mayor parte del siglo xx mexicano.

El estudio de la historia de la Revolución mexicana ha girado por muy diferentes caminos pero no por la dimensión democrática, en parte quizá porque todo mundo sabe que no hubo democracia. Pero ello tampoco ha desarrollado los estudios sobre la construcción del autoritarismo, los caciques, la construcción de poderes locales; sus implicaciones en la teoría política, por no hablar de la práctica política clientelar, amante de suprimir las garantías individuales y escamotear el voto.

Quizá por eso el juicio a Madero ha sido olvidado. Hasta hoy.


1. “La entrevista Díaz-Creelman”, en Mario Contreras y Jesús Tamayo, México en el siglo XX, textos y documentos, vol. I, 1900-1913, México, UNAM, 1975, pp. 259-268.

2 Es interesante revisar la bibliografía que ha preparado Elisa Servín, La oposición política, México, fce, 2005. Aporta un panorama muy general pero muy claro de las etapas historiográficas que he planteado.

3 Sosa y Gallegos, El juicio…, pp. 63 - 71.