Hoy en día, pocos podrían señalar, salvo por la nomenclatura de unas calles o la estación del metro, el lugar exacto donde se ubicaba en la Ciudad de México el Colegio de San Juan de Letrán, uno de los más emblemáticos durante la etapa colonial y parte del siglo XIX. En este libro, Rosalina Ríos aborda el lapso de su historia que corre de fines del siglo XVIII hasta 1867, año de su cierre, con la intención de trazar las líneas generales de un proceso que llevó a la reconfiguración del orden letrado, que implicó la paulatina modernización de las corporaciones educativas y su tránsito hacia formas más escolarizadas. La autora documenta su desarrollo institucional y financiero, así como a los individuos que lo componían y lo hacían funcionar -autoridades, catedráticos, estudiantes, sin olvidar a los que ocupaban los escaños más humildes en la jerarquía como los trabajadores domésticos-, quienes experimentaron los grandes cambios y las crisis de su época: terremotos, guerras, revueltas, devaluaciones y epidemias. Pone especial atención en aspectos urbanísticos que llevaron a la transformación del espacio y, por tanto, a la desaparición del inmueble que albergó a la corporación durante siglos, lo cual marcó el fin de ésta. No faltan en este relato detalles de la vida cotidiana decimonónica.