En la esfera educativa, tanto la excelencia como las buenas prácticas se interesan por la innovación, la mejora del profesorado y la gestión de los procesos institucionales, con el fin de impactar favorablemente al estudiantado, así como a las instituciones educativas en general. Sin embargo, la discusión sobre la excelencia del personal docente ha encontrado resistencias en algunos sectores de la academia, que la ven como una imposición que busca homogeneizar las condiciones educativas y que no prioriza el análisis de lo que sucede en diferentes contextos y situaciones. Particularmente, en la educación superior, uno de los señalamientos es que se ha utilizado para supeditar el desempeño a sistemas de pago al mérito o a financiamientos adicionales para los profesores e investigadores. Sin negar la complejidad de esta situación, los trabajos que aquí se presentan buscan dilucidar otras dimensiones de la excelencia menos exploradas, como la función y formación docente, la evaluación y autoevaluación, la ética profesional, la inclusión educativa y las tutorías. Para ello, se consideran las opiniones y el sentir de los universitarios, quienes al emitir su voz articulan discursos en los que se apropian en forma crítica y propositiva de un relevante horizonte conceptual y de política educativa.